Queridos amigos:
Quiero compartir con ustedes la realización de mi curso "Historia Ecológica de Iberoamérica",
que voy a desarrollar en forma presencial los martes del mes de junio
de 17 a 18.30 horas en el Instituto Hannah Arendt. El curso está basado
en mi libro de investigación sobre dicho tema, publicado por Le Monde
Diplomatique y Kaicron,
En esta entrega ustedes reciben:
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Un texto mío, del libro mencionado, que muestra las distintas percepciones sobre la selva brasileña, que llevaron a experiencias de deforestación irracionales, como el fallido intento de Henry Ford de cultivar caucho sin conocer los ecosistemas en los cuales lo plantaría.
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El programa, horarios y aranceles del curso.
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El recordatorio de mi libro "Historia Ecológica de Iberoamérica", con los datos para comunicarse con el editor, si están interesados.
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La obra de arte que acompaña esta entrega es: "Seringueiros", del pintor brasileño Cándido Portinari, pintada en 1935. La obra representa los trabajadores del caucho, que realizan incisiones en la corteza del árbol para que gotee la savia espesa que se utiliza para producir artículos de goma. El paso siguiente es el ahumado, para endurecer las grandes bolas de caucho que se entregan a los comercializadores. Cuando el cuadro se pintó, casi todos los serigueiros estaban en condiciones de esclavitud. Aún hoy, muchos lo siguen estando.
Un gran abrazo a todos.
CURSO DE HISTORIA ECOLÓGICA
DE IBEROAMÉRICA
Lic. Antonio Elio Brailovsky
Este curso analiza las interacciones entre las
sociedades humanas y el mundo natural en América Latina de sus
consecuencias para ambas partes a lo largo del tiempo.
Este puente conceptual es indispensable para
comprender situaciones sociales cuyo análisis queda incompleto sin el
componente ambiental y, recíprocamente, situaciones ambientales cuya
comprensión requiere del conocimiento de su evolución histórica.
La historia ambiental busca un balance entre
el análisis de la naturaleza y de la historia. En esta actividad puede apoyarse
por una parte en la historia social o en la historia urbana, pero poniendo el
acento en los cambios producidos en el medio ambiente.
CONTENIDOS
1. Introducción. Marco Teórico. Teoría
del ambiente y de la historicidad de los procesos ambientales.
2. El ambiente en las culturas originarias
del actual territorio americano. Organización del territorio y relación con
la naturaleza durante este período.
3. El encuentro de culturas. La
concepción de la naturaleza en la España de los siglos XV y XVI. El ambiente en
la conquista y colonización. Los criterios ambientales de fundación de
ciudades, y su cumplimiento en la fundación de las mismas.
4. El ambiente en la época colonial. El
ambiente urbano en las ciudades coloniales. Las inundaciones y la ocupación de
los terrenos bajos. La distribución de tierras. El Cabildo, como primer
organismo ambiental. Las epidemias y el saneamiento en la época colonial.
5. El ambiente en los primeros años de vida
independiente. El ambiente en la etapa de las guerras civiles hasta la
integración nacional. El testimonio de los viajeros sobre la vida urbana, el
paisaje y las condiciones sociales.
6. El ambiente en la etapa de integración a
la División Internacional del Trabajo. (1860-1930) Las ciudades el modelo
de expansión del comercio internacional. El ferrocarril y la integración del
territorio. Las epidemias. El servicio público de agua potable. El habitat
popular: los conventillos.
7. El ambiente en la etapa de sustitución
de importaciones. (1930-1976) El proceso de industrialización y la
formación de las grandes metrópolis. El crecimiento urbano. Las migraciones
internas. Las villas de emergencia. La contaminación industrial.
8. El ambiente en la etapa de modernización
periférica y globalización. Problemas del ambiente en la actualidad (1976
en adelante) La contaminación industrial. Los riesgos sobre las fuentes de
provisión de agua potable. La situación de las ciudades ante el cambio
climático global. La conciencia pública ambiental. Gestión ambiental y
participación ciudadana.
9. Conclusiones y tendencias hacia el
futuro.
La deforestación del siglo XX está ligada a grandes procesos de producción.
Algunos son formas de expansión de las fronteras agropecuarias sobre tierras de
bosques. Otros son extracción de materias primas forestales, realizados en gran
escala. La expansión urbana es una muy fuerte presión a la extracción de
maderas para construcción. La mata atlántica, el bosque tropical
brasileño próximo a las costas, comienza a talarse para emplear sus maderas en
la expansión de Río de Janeiro y São Paulo. Pronto se cortan en tablones las
gigantescas araucarias y se las exporta con el nombre de pino Brasil para armar
en Buenos Aires incontables encofrados de hormigón. A comienzos del siglo XX
estos pinares ocupaban 50 millones de hectáreas en el estado de Paraná. A fines
de la década de 1970 había 641 mil hectáreas con formaciones densas de esta
especie y 2,5 millones con formaciones más claras[2].
La selva amazónica no es, como a menudo se cree, el pulmón del mundo. Se
trata de un sistema complejo que funciona como si fuese cerrado, y que consume
prácticamente todo el oxígeno que produce. Más allá de los mitos que circulen
sobre esta región, lo cierto es que su apariencia de fertilidad inagotable ha
sido la causa de tantos proyectos fracasados sobre el región. Desde los lejanos
tiempos del marqués de Pombal, siempre se vio a la Amazonia como la tierra de
promisión, donde cualquier cultivo tendría rendimientos infinitos, casi sin
esfuerzo alguno. El retraso económico de la región se explicaba con argumentos
de tipo racista, sobre la indolencia de los nativos y la necesidad de algún
capitalista extranjero capaz de explotar esas riquezas con visión de futuro.
El primero de los salvadores modernos del Amazonas fue Henry Ford, quien en
1927 compró un millón de hectáreas en el estado de Pará, junto al río Tapajós.
Era un momento de grandes dificultades económicas en el mercado mundial del
caucho. La economía norteamericana se apoyaba en la industria automotriz, que
necesitaba de neumáticos de caucho. Por lo cual parecía una buena idea hacer
una gigantesca plantación de caucho en su misma tierra de origen. La forma de
obtención del caucho era tan primitiva y artesanal, que parecía el sitio
ideal para llevar a la práctica los principios de división del trabajo,
mecanización y organización en gran escala que caracterizaron al fordismo. Los
trabajadores caucheros (seringueiros) van buscando en la selva
ejemplares de este árbol, que van sangrado periódicamente. Hacen incisiones en
la corteza, recogen el líquido en una lata y después lo ahuman sobre una fogata
y entregan esta materia prima en bruto a un acopiador, vinculado a un monopolio
de la comercialización. Los trabajadores están atados a deudas eternas y
controlados por bandas de pistoleros que impiden cualquier reclamo.
Ford diseñó una explotación moderna, que combinaría los criterios
industriales de eficiencia para el cultivo del caucho y la extracción y
exportación de maderas duras. La ilusión de abundancia de la naturaleza era tal
que a nadie le importó conocer cómo era realmente la selva. A la distancia
sorprende la ignorancia ecológica de quienes intentaron realizar los grandes
proyectos en el Amazonas. Por una parte, tenían una ilusión de homogeneidad,
que les hacía creer que era lo mismo una parte de la selva que otra. La tierra
elegida tenía colinas y suelos arenosos, que dificultaron el uso de
maquinarias. El rey de los motores a explosión tuvo que retornar a las viejas
carretas de bueyes, las únicas capaces de circular por esos terrenos.
Pero además, se realizó el emprendimiento sin tener los mínimos
conocimientos sobre la ecología de la selva. Les pareció que si crecían esos
árboles inmensos también crecería cualquier otra cosa, con sólo plantarla. Por
ejemplo, nadie se preguntó por qué en la tierra de la Hevea brasiliensis
(árbol del caucho) no había bosques de Hevea. En todo caso, era un
simple error de la naturaleza, que la ciencia y la técnica corregirían
rápidamente. Pronto empezaron a crecer miles de hectáreas con monocultivos de
caucho. Sucede, sin embargo, que es más sencillo hacer plantaciones de caucho
en Malasia donde este árbol, por ser exótico, no tiene los enemigos naturales
que han coevolucionado con él. En Amazonia, en cambio, están todos allí y la
defensa natural de la Hevea fue siempre crecer separadamente para evitar
las plagas. La ambición llevó a plantar los árboles tan juntos que sus ramas se
rozaban. Apenas crecían, los hongos y los insectos destruyeron una plantación
tras otra. Para combatirlos, se trajeron variedades que parecían resistentes,
pero la extraordinaria capacidad de mutación de los insectos fue generando
nuevas plagas. Las 53 variedades se volvieron susceptibles, y no menos de 23
variedades de insectos depredadores también atacaron los cultivos[3].
Cualquier forma de lucha contra las plagas tenía que ser intensiva en el
uso de mano de obra. Pero la zona era demasiado remota, con una densidad de
población muy baja y la poca gente que había estaba separada de la civilización
industrial por un enorme abismo cultural. El resultado fue que las personas con
mentalidad de obreros no querían irse a la selva y los escasos pobladores
locales no se adaptaron el trabajo industrial o los pistoleros que los
esclavizaban les impidieron trabajar en Fordlandia.
En 1941 la Compañía Ford del Brasil tenía 2.723 empleados trabajando sus plantaciones,
En 1945, después de una inversión total del orden de los 10 millones de
dólares, Henry Ford II vendió sus tierras al gobierno brasileño por 500.000
dólares. Parte de ellas seguían intactas y otra parte había sido irreversible e
inútilmente deforestada.
[1] Del libro de Antonio Elio
Brailovsky: “Historia Ecológica de Iberoamérica”, tomo 2: “De
la Independencia a la Globalización”, Buenos Aires, Kaicron-Le Monde
Diplomatique, 2008
[2] Cunill Grau, Pedro: “Las
transformaciones del espacio geohistórico latinoamericano, 1930-1990”,
Fondo de Cultura Económica, México, 1995.
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