Por IGNACIO PENA
(CONSULTOR ESTRATÉGICO)
Israel es un milagro moderno que ofrece esperanza y valiosas lecciones para la Argentina. Este país nació hace sólo 66 años, casi no tiene recursos naturales, está rodeado de vecinos hostiles, tiene apenas 8 millones de habitantes y hoy es una estrella global de la innovación y los emprendimientos tecnológicos. Hace 25 años esto habría parecido imposible.
A mediados de los años 80, después de una década perdida, la economía estaba hecha trizas y al borde de la quiebra. La inflación era próxima a 450% y la deuda, superior a 170% del PBI. Casi el 70% de la economía era manejada por el Estado, con un déficit público de más del 15%. Existían distintos tipos y controles de cambio, cuotas de importación y aranceles elevados. El ingreso per cápita era de unos US$6.600.
Además, la economía era poco sofisticada. Las exportaciones se basaban en productos agrícolas, principalmente naranjas. Había pocas startups, casi ningún capital de riesgo y apenas unas pocas empresas globales tenían centros de investigación y desarrollo en el país. En otras palabras, Israel estaba mucho peor que la Argentina en 2014.
¿Cómo hizo Israel para transformarse en una próspera economía orientada a la innovación tan rápidamente?
El primer paso fue estabilizar la economía. En 1985 el gobierno abrió el diálogo con los principales partidos políticos, sindicatos y empresarios formando una coalición de unidad nacional. Se buscó apoyo internacional, principalmente de EE.UU. Y se ejecutó un amplio programa de estabilización.
Este sólido paquete de medidas involucró un esfuerzo por parte de todos. El gobierno redujo drásticamente su déficit recortando el gasto público y los subsidios, aumentando impuestos y congelando los gastos para disminuir, con el tiempo, su peso en la economía. Los empresarios acordaron congelar precios y los sindicalistas, los salarios. Se devaluó y se instaló un tipo de cambio fijo, que luego fue flexibilizado. Se detuvo la emisión monetaria con un Banco Central independiente que dejó de financiar al gobierno y pasó a tener un fuerte mandato de control de inflación.
A comienzos de 1990 Israel había estabilizado su economía y sentado las bases para un crecimiento impulsado por la inversión. A partir de ese punto, el país dio un gran salto al desarrollo apostando a la innovación, el emprendedorismo, el capital humano y la conexión con la economía global. Se crearon condiciones e incentivos para la formación de startups, el desarrollo del capital de riesgo y la atracción de centros internacionales de investigación y desarrollo. Se aprovechó el boom de NASDAQ, la inmigración de casi un millón de personas de la ex URSS y la capacidad innovadora de las universidades y del sector de defensa militar. Además, se realizaron ajustes estructurales para abrir gradualmente la economía al comercio global, garantizar la estabilidad económica y reducir las barreras regulatorias.
Hoy Israel es una economía desarrollada y próspera. La trayectoria de crecimiento del PBI ha sido sólida. La renta per cápita es de US$31.500. El país está conectado a la economía global por aranceles bajos y acuerdos de libre comercio. La actividad económica es impulsada por el sector privado en diálogo estratégico con el Estado. La alta inflación fue erradicada y el endeudamiento es razonable.
La economía israelí se basa en la innovación y el emprendedorismo. Israel es una usina generadora de tecnologías y productos de avanzada y sus empresas se proyectan al mundo con éxito. Existen alrededor de 4.000 startups tecnológicas proyectadas al mundo con 69 cotizando en NASDAQ. El sector de capital de riesgo es uno de los mayores del mundo. Cerca de 50% de las exportaciones son de alta tecnología. El I+D es 4,5% del PBI y es impulsado por el sector privado, particularmente por más de 250 filiales de multinacionales que emplean decenas de miles de científicos e ingenieros. El 45% de la población tiene título universitario, tres universidades están entre las 100 mejores del mundo y sus programas de transferencia tecnológica son referencia global.
Argentina puede salir de la crisis en la que se sumerge y dar un salto definitivo al desarrollo. Israel nos muestra que el camino pasa por construir consensos, estabilizar la economía, tornarla más competitiva, proyectarla al mundo y apostar a la innovación, la creatividad y el capital humano.
fuente: http://www.ieco.clarin.com/economia/Israel-pasar-crisis-desarrollo_0_1098490481.html
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