jueves, 12 de marzo de 2015

La primera guerra contra el islam por César VIDAL




César Vidal. 

Estados Unidos surgió como nación sobre la base de la cosmovisión de los puritanos, que otorgaba un enorme valor al trabajo y al comercio. Cerrado este último en el continente por España y Gran Bretaña, Estados Unidos se vio obligado a lanzar sus naves al otro lado del Atlántico.  Una de las consecuencias directas de esa circunstancia fue que los buques norteamericanos se convirtieron en objetivo de los piratas musulmanes del norte de África.  Así, el 11 de octubre de 1784, éstos se apoderaron del «Betsey», una captura que concluyó felizmente gracias a la mediación de España y que permitió a Estados Unidos firmar un acuerdo diplomático con Marruecos.


Menos suerte tuvieron los norteamericanos con Argel, que desde 1785 no dejó de atacar naves norteamericanas. En un encuentro con los embajadores de Argel, Thomas Jefferson intentó discernir las razones de aquellas agresiones sin causa.  El musulmán le respondió que «estaba escrito en El Corán que todas las naciones que no habían reconocido al profeta eran pecadoras y que los fieles tenían el derecho y el deber de saquearlas y esclavizarlas, y que todo musulmán que fuera muerto en esta guerra con seguridad iría al paraíso». El desgaste experimentado por la Guerra de la Independencia impedía a Estados Unidos dar una respuesta militar en esos momentos y el Congreso, en contra de la opinión de Jefferson, aceptó pagar un tributo anual a los piratas. Sin embargo, la política de apaciguamiento no funcionó y en 1798 se fundó el Departamento de la Armada únicamente para evitar los ataques de los piratas islámicos. En 1801, Jefferson se negó a pagar tributo y la reacción del «pasha» de Trípoli fue declarar la guerra a los Estados Unidos. La respuesta de la república fue contundente.


Decatur, el primer héroe

Llevando el conflicto a territorio enemigo, durante 1803, el comodoro Edward Preble llevó a cabo una serie de ataques contra los piratas. Con todo, la operación más impresionante fue la llevada a cabo por el «1 de Marines» en la noche del 16 de febrero de 1804, al destruir una nave americana que obraba en poder de los piratas. El jefe de la unidad, teniente Stephen Decatur, se convirtió en el primer héroe americano después de la independencia y consiguió los elogios de alguien tan relevante como el almirante inglés Nelson.



Finalmente, en la primavera de 1805, los norteamericanos lograron la victoria de Derna donde por primera vez en la Historia se alzó la bandera de los Estados Unidos en territorio enemigo.  Ese mismo año, los piratas islámicos aceptaron firmar un tratado que incluía entre sus cláusulas la de la liberación de los esclavos americanos capturados en los años anteriores. De la victoria quedaría como recuerdo el Monumento de Trípoli, que desde 1860 se encuentra en la Academia Naval de Annapolis, Maryland.  Llama a reflexión que la primera y la última victoria lograda por fuerzas americanas tras la Guerra de la Independencia tuvieran como enemigos a agresores musulmanes y que el desenlace se produjera en el exterior.

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