SALTA.- Cassandre Bouvier y Houria Moumni comenzaron a andar el estrecho sendero entusiasmadas. Tenían por delante un paisaje deslumbrante de cerros, laderas y exóticos bosques de yungas. Eran las 16.23 del 15 julio pasado. Lejos estaban las investigadoras francesas de intuir que en el comienzo de aquella caminata ya había comenzado su calvario: sus agresores ya las habían "marcado" apenas ingresaron en la reserva de la Quebrada de San Lorenzo.
Sus tres atacantes midieron los tiempos. Mientras ellas emprendían la caminata de casi dos kilómetros hasta El Mirador, ellos, conocedores como pocos del cerro y cargados de una gran dosis de alcohol, cortaron camino por un atajo. Y las esperaron.
Ingresaron en el circuito turístico por una de las laderas más escarpadas del cerro, conocida como el sendero La Loma. Por allí se accede a la cima del cerro: por una entrada que sale detrás de El Castillo -una edificación pétrea, ícono de la Villa San Lorenzo-, ascendieron por la ladera, traspasaron un cerco perimetral de alambre y se "perdieron" entre la espesa vegetación hasta llegar a El Mirador. Allí se ocultaron en el bosque.
La reconstrucción, paso a paso, del calvario de las turistas francesas fue brindada a La Nacion por investigadores judiciales y policiales, que cuentan con pruebas de que el móvil de la agresión fue la violación. Señalan al albañil Daniel Vilte, al jardinero Santos Clemente Vera y al ex empleado provincial y guía de ocasión, Gustavo Lasi, como los posibles autores de la agresión sexual.
Tras dos horas y cuarto de caminata, Bouvier, de 29 años, y Moumni, de 23, llegaron hasta El Mirador y quedaron deslumbradas por la vista panorámica. Tomaron dos fotos del paisaje, de nitidez perfecta. Y, cuando iban a disparar la tercera, las atacaron por detrás. Eran las 18.35, cuando la cámara cayó al piso y se disparó.
Con feroces trompadas, un machete y una carabina las condujeron unos 50 metros más arriba de El Mirador. El lugar exacto que Gitana y Paloma, las perras rastreadoras de la policía, señalaban con insistencia en todos los rastrillajes de la Brigada de Investigaciones.
Según Lasi, él sólo ofició de campana. Con su machete, Vera tajeó los pantalones negros y el elástico trasero del corpiño a Cassandre. Vilte rasgó con las manos las prendas de Houria. Y ambos les arrancaron las otras prendas íntimas que, luego de reiterados ultrajes, arrojaron por el mismo atajo.
El jefe del cuerpo médico forense, Benjamín Ruiz de los Llanos, contó a La Nacion que los cuerpos de Bouvier y Houria mostraron todo tipo de traumatismos y laceraciones y excoriaciones en la piel: "Mostraban una violencia extrema, compatible con golpes de puño, puntapiés y palazos. Cassandre fue la más castigada. En Houria los signos de violencia sexual son menores. En algún momento, por los golpes, se desmayó".
Fuentes calificadas revelaron que, por lo menos, uno de ellos violó a una y luego abusó de la otra. "Hay un mismo patrón genético en los dos cuerpos", afirmó.
Siempre según el relato que Lasi le brindó a la policía, en un momento, Houria logró huir unos metros de sus agresores. A la carrera, llegó hasta el centro de El Mirador, cuando Vilte le disparó por la espalda. La bala le atravesó varios órganos y le provocó una hemorragia masiva. Rehén de sus agresores, Cassandre se mantuvo en el mismo lugar donde fue sometida. Tras abusar una vez más de ella, la hicieron arrodillarse y, a menos de dos metros de distancia, Vilte tomó la carabina Bataan y le disparó donde termina la frente y comienza la cabellera.
Para los investigadores, todo no duró más de 30 minutos. "Actuaron con un desprecio total por la vida, con un grado de saña y psicopatía inusual. Lasi, en su relato, no mostró sentimiento de culpa alguno", graficó la fuente policial.
"Arrastraron los cuerpos hacia uno de los laterales de El Mirador -se agregó-, entre la espesa vegetación, a unos cinco metros de distancia de donde culmina el paseo."
A las 19.50, Lasi encendió el celular de Houria. Pero antes le cambió el chip . Con esa primera acción, y las escuchas que sobrevendrían después, el juez de la causa, Martín Pérez, ordenó la detención de siete personas: Daniel Vilte, Gustavo Lasi y su padre, Walter; Santos Clemente Vera; los hermanos María Fernanda y Federico Cañizares, y Oscar Darío Ramos. Para los investigadores, el atroz caso estaba cerrado.
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