martes, 22 de abril de 2008

Derek Walcott :Los poetas estadunidenses están evadiendo la realidad.

Su ego imperial les estorba para hablar de cosas como la guerra de Irak, denuncia el autor.

por Pablo Espinosa

El Nobel ofreció la noche de ayer una lectura de su obra en el Museo Nacional de Arte.

El premio Nobel de Literatura Derek Walcott tronó la noche de ayer: “debo decir que lo que está sucediendo en Estados Unidos es indignante: sus poetas están ignorando a la gente, están evadiendo la realidad, no están respondiendo a la responsabilidad social que tenemos los poetas”.

Afinó: “están demasiado absortos en sí mismos. Su ego imperial les estorba para hacer caso de la realidad y no hablan de cosas importantes que están sucediendo atrás de la gente, como la guerra en Irak, la pobreza y la hambruna. Y digo esto en particular porque Estados Unidos es un imperio y somos los poetas que habitamos ese imperio los primeros que debemos criticar precisamente a ese imperio”.

Suavizó: “espero que luego de decir esto que acabo de decir, me den ustedes asilo político en México”.
El poeta Derek Walcott expresó lo anterior como corolario del ras de marea que produjo el encantamiento de su voz entonando su poesía.

En el Museo Nacional de Arte, ante unas 250 personas, algunas de las cuales fueron confinadas a un salón contiguo con pantallas de circuito cerrado, el escritor nacido hace 78 años en una isla colonizada por otros imperios (Francia e Inglaterra) ofreció una lectura de su obra.

El protocolo consistió en una presentación a cargo de otros dos poetas; David Huerta, quien ofreció la bienvenida a la calle más antigua de la capital mexicana, y José Luis Rivas, quien compartió con su maestro la gloria de las aclamaciones merced a su traducción magistral de Omeros, la obra capital de Walcott que sonó en su propia voz más adelante.

Juntos, poeta autor y poeta traductor, Walcott y Rivas asemejaban gemelos: mismo color de la casaca, mismo cortado de los antejuelos, mismo tipo de pelo, mismas canas, mismo gesto. Jarocho uno, caribeño el otro.

En cuanto sonó Omeros en la voz de Walcott hubo un ligero aumento de luz en el Salón de Recepciones del Museo Nacional de Arte.

Era esa voz cavernosa y arquetípica de ancestros un sonar de rocas que regresan a la tierra arrastradas por la marea.
“This is how, one sunrise, we cut down the canoes…”, tronó el Zeus caribeño. Arrastró su garganta los guijarros mar adentro:
“…to pass on its note to the blue, tacit mountains/ whose talkative brooks, carrying it to the sea, turn into idel pools where the clear minnows shoot/ and an egret stalks the reeds with one rusted cry/ as it stabs and stabs the mud with one lifting foot./ The silence is sawn in half by a dragonfly/ as eels sign their names along the clear bottom-sand, when the sunrise brightens the river´s memory/ and waves of huge ferns are nodding to the sea’s sound.”


Ese sonido del mar provocó una corriente subcutánea en los presentes cuyas olas se manifestaban en la epidermis erizada, los ojos entornados, la mente puesta alerta y navegante entre las rocas rudas y rasposas que sonaban desde la garganta del maestro Derek Walcott.


Leyó el principio, luego un capítulo climático y el final de Omeros; entreveró explicaciones de su cocina literaria, de cuando era feliz en su cabaña caribeña frente al mar fumando y encontrando las rimas de este largo poema épico, y al final propuso un diálogo con los asistentes.


A la penúltima de las preguntas del público (¿qué le diría a los jóvenes escritores comprometidos socialmente?) soltó la declaración que inicia esta nota periodística y que habrá de hacer palidecer a quienes calcen la talla de ese saco.


Distribuye el GDF poemario “de colección
Mónica Mateos-Vega

Un cuadernillo “de colección”, con nueve de los mejores poemas de Derek Walcott, fue distribuido de manera gratuita por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal (en coordinación con el Instituto Nacional de Bellas Artes), durante la lectura que el premio Nobel de Literatura 1992 ofreció ayer en el Museo Nacional de Arte.

El poeta mexicano David Huerta fue el encargado de darle la bienvenida a su colega “con una intervención discreta, para saludarlo y hablarle un poco de la ciudad que lo recibe, de la calle donde estaremos, Tacuba, la más antigua de nuestro hemisferio”, dijo a La Jornada el vate.

La obra de Walcott ha hecho “que el idioma inglés siga vivo”, no obstante, continuó Huerta, “pasa algo muy injusto con su poesía: en las universidades de Estados Unidos, e inclusive en algunas del Reino Unido, no se le incluye en las cátedras de literatura inglesa, sino en las de literaturas regionales, caribeñas.

“Pero en el siglo XX, el redescubrimiento de la épica homérica se debe a James Joyce y a Walcott, autores de las dos caras de una misma moneda, de dos libros gemelos imprescindibles: Ulises y Omeros. Además, no hay que olvidar que también es un hombre de teatro.”

Walcott, el poeta de la “simpatía desarmante”, es, según dice, “cordial, muy inteligente, campechano, todo corazón”. Y así lo constató su público ayer, en un encuentro memorable.

fuente: diario LA JORNADA- MEXICO- 21 DE ABRIL 2008
http://www.jornada.unam.mx/2008/04/21/index.php?section=cultura&article=a11n1cul

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